La alimentación sostenible es aquella que garantizando la seguridad de los alimentos promueve que los ecosistemas sean saludables. Para ello tiene en cuenta:
− Una buena gestión de los residuos: los reutiliza en su mayor medida (ej en el cultivo hidropónico se genera un residuo, fibras de coco saturados en sales, que puede ser usado para abonar los campos, pasando de ser un residuo a ser una materia prima).
− Una gestión sostenible de la tierra, el agua y los recursos naturales.
Para ser sostenible, la agronomía además debe de satisfacer las necesidades de las generaciones actuales como de las venideras, protegiendo la salud del medio ambiente.
Además debe de ser rentable, económica y adaptada a la sociedad a la que va dirigida.
Sin embargo, al leer esto, podemos caer en la duda de pensar que estamos hablando de alimentación ecológica, pero esto no es así. La alimentación ecológica es aquella que se basa en el no uso de productos químicos, en base a preservar el medio ambiente, la fertilidad del suelo y proporcionando alimentos con todas sus propiedades naturales.Una agricultura ecológica puede ser a la vez sostenible, pero no toda la alimentación sostenible es ecológica.
La agricultura sostenible, no tiene en cuenta si usamos productos químicos o biológicos para el control de plagas, es algo que se debe de tener claro, pero el mayor problema que se nos plantea con la alimentación sostenible, es que, al no estar regulada, no sabemos si estamos ante un alimento sostenible o no, lo único que podemos hacer para confirmarlo o desmentirlo es llamar al fabricante y cruzar los dedos para que no te mienta.
Aún así, debes de saber que los productos locales suelen aproximarse a esta definición, siempre y cuando las materias primas también sean locales. Estos productos nos ofrecen las siguientes propiedades:
− Propiedades organolépticas mejores: sabor, textura, olor…
− Requieren un mayor conocimiento del clima, del suelo para poder cultivarlos; aquí tienen un papel relevante los agricultores locales.
− Suelen ser productos de temporada.
− La huella de carbono es menor de forma que contaminan menos.
− Hay menos intermedarios: el agricultor percibe un precio adecuado y se aumenta el patrimonio local.
− Los insumos (lo que entra en el cultivo durante toda el proceso productivo) es lo que hay en el suelo, es mejor, lleva menos aditivos y conservantes.
− Potencian las variedades locales: la población tienen mayor costumbre a esos sabores por cultura.
Por lo que siempre que puedas debes de consumir este tipo de productos, los productos locales, asegurándote, en la mayoría de los casos, el menor empleo de conservantes, una menor emisión de CO2 y una mejoría notable en el sabor.
Esto no quiere decir que no debamos de comer otro tipo de productos, porque nadie es autosuficiente como para producir acorde a la población, pero por lo menos procura que estén en tu cesta.