En España las cifras de sobrepeso y obesidad cada día son más alarmantes, razón por lo que la prevención y tratamiento de la obesidad es cada día más importante. La dieta es la clave para poder luchar contra el exceso de peso, existen multitud de abordajes nutricionales pero no debemos dejarnos engañar por las dietas milagro, es más, debemos de huir de ellas.
A continuación vamos a mostrar las diferencias que demuestran los estudios entre una dieta saludable como es las dietas con alto contenido en hidratos de carbono complejos (50-55%), dietas convencionales, de las dietas hiperproteicas.
En referencia a la prevención del sobrepeso y la obesidad, los estudios apuntan hacia un papel positivo de las dietas convencionales, mientras que en el caso de las dietas hiperproteicas no existe ninguna relación, independientemente si el origen de estas proteínas es animal (carnes, huevos y pescado) o vegetal (como es el caso de la soja). Aunque en este caso un elevado consumo de carnes y sus derivados podrían favorecer el aumento de peso.
En lo que respecta al tratamiento de la obesidad y la composición de la dieta, las dietas convencionales provocan un aumento de HDL (colesterol “bueno”) y una disminución de TG, sin embargo se observa una mayor disminución del LDL (colesterol “malo”) si la asociamos con una disminución de grasa alimentaria. Las asociación con fibra genera mejores resultados en la pérdida de peso. Las dietas hiperproteicas a corto plazo provocan una mayor pérdida ponderal frente a las dietas convencionales pero a largo plazo las que ganan la batalla son las dietas convencionales; la ineficacia de las dietas hiperproteicas a largo plazo desaconsejan su uso, además debemos de informar del aumento de mortalidad que a largo plazo generan las dietas ricas en grasas y/o en proteínas de origen animal.
También podemos hablar del efecto positivo de la fibra, frutas y hortalizas en el control del peso corporal y el efecto negativo del alcohol y las bebidas azucaradas (refrescos). En el tratamiento debemos tener en cuenta la bajada ponderal y el mantenimiento del peso pérdido, para poder dar como satisfactoria la intervención nutricional.
Ante todo esto, podemos llegar a la conclusión de que la mejor forma para disminuir el peso es una dieta convencional con una disminución del aporte de grasa y un aumento del aporte de fibra, dejando de lado el uso de dietas con elevado aporte proteico que además nos pueden provocar efectos perjudiciales, que en ningún caso son deseables.