El aumento de la incidencia de cáncer conlleva la realización de estudios centrados en la prevención, los factores no genéticos que influyen en su desarrollo son el tabaco, el alcohol, exposición solar, dieta, estrés, obesidad, contaminantes ambientales infecciones,
e inactividad física. Una inadecuada alimentación, la inactividad física y el exceso de peso, son factores responsables de un 30-35% de la incidencia de cáncer.
El tabaco es responsable de un tercio de las muertes por cáncer, y se estudia si el consumo elevado de alcohol en la adolescencia puede llegar a desarrollar determinados tipos de cáncer en la edad adulta.
Entre los alimentos que por sus componentes aumentan el riesgo de cáncer, más aun si se consumen en exceso, están la carne roja y procesada, la sal, la grasa saturada y el azúcar.. Los cereales y legumbres mohosos por su alto consumo en aflatoxinas (micotoxinas producidas por algunos hongos) promueven también su desarrollo.
Afecta de forma perjudicial en su desarrollo la diabetes tipo 2 mal controlada. El sobrepeso y la obesidad se relacionan con un 20% a la mortalidad por cáncer, por lo que una pérdida de peso, incluso pequeñas, será beneficioso para la reducción del riesgo de cáncer.
Consumir una dieta con suficiente cantidad de fruta y verdura que nos aporta vitaminas, fibra y antioxidantes, escoger los cereales integrales en lugar de los refinados e incluir en la dieta alimentos como los frutos secos, la soja, la cúrcuma o el ajo tiene un efecto beneficioso. Se recomiendan alimentos ricos en folato y ácido fólico (espinacas, naranjas, espárragos…), ácidos grasos omega-3, como el salmón, y alimentos como la leche y los yogures con altas cantidades de vitamina D y calcio, estos últimos, además de contribuir al mantenimiento óseo parecen ser protectores frente algunos cánceres.